I. El nombre
El significado original del nombre Jericó es dudoso. Resulta más simple, tomar el hebreo yƒréÆh\oÆ como si perteneciera a la misma raíz que yaµreµah\, ‘luna’, y relacionarlo con el primitivo dios-luna Yarih\ o Yerah\ de los semitas occidentales. Algunos sugieren rwh\, ‘lugar fragante, o como "fundado por la deidad, pero esto es improbable.
II. Ubicación
La Jericó del AT generalmente se equipara con el montículo actual de Tell es-Sultan, unos 16 km al Noroeste de la actual desembocadura del Jordán en el mar Muerto, 2 km al Noroeste de la aldea de er-Riha (la Jericó actual), y alrededor de 27 km al ENE de Jerusalén. El imponente montículo en forma de pera tiene alrededor de 400 m de largo de Norte a Sur. unos 200 m de ancho en el amplio extremo septentrional, y alrededor de 20 m de espesor. La Jericó herodiana y neotestamentaria está representada por los montículos de Tulul Abu el-Alapq, 2 km al Oeste de la actual er-Riha, por lo que se encuentra al Sur de la Jericó del AT. Las montañas de Judea se elevan abruptamente desde la planicie de Jericó, a poca distancia hacia el Oeste.
III. Historia
a. Antes de Josué
(i) Comienzos. La historia de Jericó es virtualmente un resumen de toda la historia arqueológica de Palestina entre ca. 8000 y ca. 1200 a.C. (Para las abreviaturas especiales que utilizaremos aquí, véase la bibliografía al final de este artículo.) Cada aldea en Jericó debió su existencia al excelente manantial permanente del lugar, y al "oasis" al cual dicho manantial alimenta; en el AT a veces se describe a Jericó como la "ciudad de las palmeras" (Dt. 34.3). Ya ca. 9600/7700 a.C. los cazadores que buscaban alimentos pueden haber tenido un santuario allí, y los agricultores más primitivos de Palestina que se conocen construyeron chozas cerca del manantial. A principios del 8º milenio a.C. (fecha asignada por el método del carbono 14), se construyó la ciudad más antigua de Jericó, con un muro de piedra con revestimiento, que incluía por lo menos una torre (con escalera empotrada) y casas redondas. Posteriormente se puso de moda construir espaciosas casas rectangulares, y los cráneos de los antepasados venerables (?) se reproducían en retratos de cabezas moldeados en arcilla y de extraordinario realismo, para "el neolítico prealfarero, fase A", para la "fase B"). En los milenios 5º y 4º a.C. los ciudadanos de Jericó aprendieron a hacer alfarería, pero finalmente abandonaron el lugar ("neolítico alfarero A y B", "Jericó IX y VIII" de los libros más antiguos. La antigua Jericó es actualmente la fuente primaria de información sobre la vida sedentaria más primitiva de Palestina.
(ii) Período histórico primitivo. A partir de ca. 3200 a.C. Jericó estuvo nuevamente habitada como aldea con muros y torres de la edad del bronce primitiva, época en la que fueron fundadas localidades que más tarde serían famosas (p. ej. Meguido), contemporáneas de la era de las pirámides de Egipto y la civilización sumeria en Mesopotamia (DUJ, pp. 167–185; AHL, pp. 101–134; W, cap(s). 5; GSJ, pp. 75–88 cuidades I y II). Pero ca. 2300 a.C. Jericó pereció violentamente a manos de recién llegados desprovistos de cultura, que finalmente repoblaron el lugar (edad del bronce media I, según Albright; edad del bronce intermedia primitiva/media. Estos pobladores se fusionaron con los cananeos de la edad del bronce media propiamente dicha (ca. 1900–1600/1550 a.C.). Bíblicamente se trataba del período de Abraham, Isaac, y Jacob; los restos de la Jericó contemporánea ilustran gráficamente sobre la vida diaria de los vecinos cananeos/amorreos de Abraham que vivían en aldeas. Las tumbas se han preservado mejor que los maltrechos edificios de la ciudad. Condiciones atmosféricas peculiares han permitido la conservación de espléndidas piezas de alfarería, mesas de madera de 3 y 4 patas, banquetas y camas, cajas con incrustaciones de huesos para guardar artículos varios, cestería, platos con frutas y trozos de carne, dagas y brazaletes de metal. Para la restauración del interior de una casa de Jericó, véase DUJ, cubiertas. Para reconstrucciones de la ciudad amurallada sobre su montículo.
b. Jericó y el Antiguo Testamento
(i) La invasión de Josué. Después de ca. 1600 a.C. Jericó fue destruida en forma violenta, probablemente por los faraones imperiales de la dinastía 18ª de Egipto. Después de esto la única ocupación conocida de Jericó (bronce tardío) data principalmente de entre ca. 1400 y 1325 a.C.; virtualmente nada se conoce a partir del ss. XIII a.C., que es la fecha de la conquista israelita (Cronología del Antiguo Testamento. Los muros de Garstang de la "edad del bronce tardía" en realidad datan de la edad del bronce temprana, más de 1000 años antes de Josué, debido a los restos del bronce temprano asociados con ellos, y están recubiertos con material del bronce medio, sólo posteriormente identificados durante las excavaciones de la arqueóloga Kenyon, y especialmente 181). Es posible que en la época de Josué (s. XIII a.C.) existiera una pequeña aldea en la parte oriental del montículo, que posteriormente fue completamente erosionada hasta desaparecer. Tal posibilidad no es solamente un punto de vista "armonístico" o heurístico, sino que lo sugieren los vestigios de una considerable erosión en otras aldeas más antiguas de Jericó. Las tumbas demuestran en forma decisiva la importancia de la Jericó de la edad del bronce media (el período patriarcal), aunque en el montículo de la ciudad la mayor parte de la ciudad del bronce medio—aun buena parte de la del bronce temprano que la antecedió—fue erosionada hasta desaparecer entre ca. 1600 y ca. 1400 a.C. Si los elementos pudieron causar tanto daño en sólo 200 años, resulta fácil comprender cuánto puede haber hecho la erosión natural en el montículo desierto en los 400 años que transcurrieron entre Josué y la nueva fundación de Jericó por Hiel de Bet-el (1 R. 16.34) en el reinado de Acab. Parecería sumamente probable que los restos borrados por las lluvias de la última ciudad de la edad del bronce tardía se encuentren actualmente bajo la carretera moderna y las tierras cultivadas a lo largo del lado oriental del montículo de la ciudad, como ha ocurrido con la pendiente principal del montículo que desciende de O a E. Es extremadamente dudoso que una excavación (aun cuando fuera permitida) diera muchos resultados en la actualidad. Sabemos que el relato de Jos. 3–8, en el que figura la caída de Jericó, refleja fielmente las condiciones de la zona y su topografía, mientras que la comandancia de Josué está narrada de manera realista. Con respecto al terreno, (los temblores de tierra, de origen providencial, siguen siendo una sugerencia válida, aun cuando sus muros del "bronce tardío" (en realidad del bronce temprano) actualmente no cuentan como prueba directa de la época de Josué).
(ii) De Josué a Nehemías. Durante siglos no se hizo esfuerzo alguno por reconstruir el montículo de la ciudad de Jericó, por temor a la maldición de Josué (Jos. 6.26), pero todavía se frecuentaba el manantial, como también el oasis, en donde quizás existía un caserío. En la época de los jueces, Eglón rey de Moab ocupó temporariamente el oasis (Jue. 3.13), y los enviados de David se quedaron allí un tiempo, después de haber sido ultrajados por Hanún de Amon (2 S. 10.5; 1 Cr. 19.5); el "blocao" puede haber sido un puesto de guardia en este período (s. X a.C.). Luego en el reinado de Acab (ca. 874/3–853 a.C.) Hiel de Bet-el volvió a fundar la Jericó propiamente dicha, y finalmente cumplió la antigua maldición con la pérdida del mayor y el más joven de sus hijos (1 R. 16.34). Esta humilde Jericó de la edad del hierro fue la de Elías y Eliseo (2 R. 2.4–5, 18–22), y fue en las llanuras de Jericó donde los babilonios capturaron a Sedequías, el último rey de Judá (2 R. 25.5; 2 Cr. 28.15; Jer. 39.5; 52.8). Los restos de esta Jericó (ss. IX-VI a.C.) son muy fragmentarios (de lo cual nuevamente tenemos que culpar a la erosión), pero bastante concretos: edificios, alfarería, y tumbas; es probable que los babilonios hayan destruido el lugar en 587 a.C. Después del exilio todavía existió una modesta Jericó en la época de los persas. Alrededor de 345 habitantes de Jericó retornaron con Zorobabel (Esd. 2.34; Neh. 7.36), y sus descendientes ayudaron en la reparación de los muros de Jerusalén en 445 a.C. bajo Nehemías (Neh. 3.2); un sello en un recipiente cerámico (del ss. IV a.C. aprox.), "perteneciente a Agar (hija de) Urías", es el último recuerdo histórico de la Jericó del AT.
c. La Jericó del Nuevo Testameto
En la época del NT la ciudad de Jericó estaba ubicada al S del montículo antiguo. En esa región Herodes el Grande (40/37–4 a.C.) y sus sucesores construyeron un palacio de invierno con jardines ornamentales, cerca de los famosos jardines de palmeras y bálsamo que daban buenas rentas. Se han excavado ruinas fragmentarias que pueden estar relacionadas con estos grandes edificios. Véase Kelso y Baramki, "Excavations at New Testament Jericho" en AASOR 29/30, 1955, y BA 14, 195, pp. 33–43; Pritchard, The Excavation at Herodian Jericho en AASOR 32/33, 1958, y BASOR 123, 1951, pp.8–17. Herodes proveyó agua por un acueducto desde el uadi Qilt (Perowne, Life and Times of Herod the Great, 1956, láms. frente a pp. 96–97).
En los alrededores de la Jericó del NT Cristo curó a unos ciegos, incluido Bartimeo (Mt. 20.29; Mr. 10.46; Lc. 18.35). Zaqueo (Lc. 19.1) no era el único judío rico que tenía su casa en este distingido distrito. La inmortal historia del buen samaritano se desenvuelve en la angosta carretera infestada de bandidos que va de Jerusalén a Jericó (Lc. 10.30–37).